Directora de arte y ambientadora actualmente viviendo en Buenos Aires, Argentina.

Me crié en la Patagonia, cuando terminé mis estudios secundarios viaje a Buenos Aires a estudiar  

Ciencias de la comunicación (UBA), que fue mi primera aproximación a prácticas de comunicación, medios y talleres ligados a lo audiovisual. 

Buscando poder acercarme a las palabras dentro del lenguaje audiovisual estudié guión (ISER) donde aprendí a conectarme con la escritura desde un lugar menos perfomático y más honesto. 

En mi deseo por seguir explorando el universo audiovisual comencé a estudiar artes audiovisuales (UNA) donde participé haciendo la dirección de arte en videos experimentales y cortometrajes encontrando en ese área mi camino profesional.

Poder desmenuzar un guión para trabajar en una idea estética que acompañe la narrativa fue el comienzo de un viaje de aprendizaje, disfrute y libertad.

Tuve la oportunidad de trabajar en grandes producciones de plataforma (Netflix -“El amor después del amor”, “El hombre que amaba los platos voladores”) donde aprendí a coordinar grupos de trabajo dentro del área, exigencias y deadlines propios de las grandes estructuras.

También trabajé en películas más austeras e intimistas donde en la reducción del equipo encontramos nuestras fortalezas para potenciarnos (“El rocío”, “Mamá, mamá, mamá”,“Los caminos abandonados”).

Disfruto mucho viajar con mi trabajo (“El otro hijo”, filmada en Bogotá). Tengo ciudadanía europea.

Cuento con la suerte de haberme encontrado con excelentes compañeros de trabajo que se volvieron formativos para mí. No solo en mi área sino del lenguaje audiovisual en general; como fotografía, arquitectura, moda, historia del arte, literatura, música, geografía y más.

Me interesa explorar formas no convencionales de contar con imágenes, imprimiendo mi energía poderosa y soñadora sobre los proyectos que participo. 

Soy dueña de Bahía – Rental de obras de arte.

@bahiaobrasdearte

“Estoy convencida de que la belleza es una parte necesaria de la vida, algo que nos emociona e inspira. Desear la belleza no es un impulso frívolo. La experiencia estética puede inspirar asombro. Traer paz. Un encuentro con un objeto hermoso puede cambiar tu forma de pensar, de moverte por el mundo. Puede reforzar la sensación de estar conectado con la materia infinitamente enmarañada del universo y puede ayudarnos a volver a nuestro cuerpo, creando un ancla amarrada al momento presente”. 

Katy Kelleher. 

La terrible historia de las cosas bellas.